sábado, 26 de abril de 2008

Por culpa de los Salvadoreñismos, mis andanzas en el Sur

Esta historia comenzó, cuando me toco vivir en Paraguay, buen futból, pero es que Dios mio, que Paraguayas. Una de ellas, me enseño un poco más de español.

Debo decir que Paraguay es una de las tierras más hermosas que conozco, casi tan linda, casi tan bella como nuestra tierra salvadoreña. Paraguay esta llena de gente linda, en eso es como El Salvador, lamentablemente no hay playa cerca, pero para su desdicha, tienen que sufrir las playas brasileñas, ¡ese sufrimiento hasta yo lo quiero!; pero bueno, a lo que te truje Tencha, digo, traje, chis ve, si no traje, ni corbata, y la Tencha se quedo ..., bueno la onda es que esta historia de los salvadoreñismos, al menos por el momento se reduce a mi encuentro con una paraguayita, con la quería intercambiar, bueno no como mi esposa se imagina, es que ella siempre piensa mal de mí, y ojalá que no sé de cuenta de este cuento, pues para que, pero la onda es que no quería más que intercambiar ideas, opiniones, cultura, y no fluidos corporales.

Le admiro a Paraguay muchas cosas, tantas como a mi país, pero la más grande, es que cuidan y fomentan su identidad cultural.

Pero es que las señoras no entienden, todo lo mal interpretan; como cuando mi tío Lencho estaba ayudándole a la prima menor de siete hermanas que tenían como gracia, un cómodo asiento natural, que producía como por arte de magia, ingresos adicionales que ayudaban con los gastos innecesarios en la crianza de estas, es decir, que mala costumbre comer todos los días, esas mañas se las debe uno quitar en estos tiempos, pero bien. Mi tío, ayudaba a la pobre muchacha, ya que él la estaba, apoyando en la lucha para librarse del calor, y la estaba haciendo sudar a mares; pues como es bien conocido, el sudor es parte del sistema de refrigeración natural que todos tenemos; y mi tía María de los Remedios, a la que no le gustaba que le dijeran boticaria; se enojo mucho porque mal interpreto, el apoyo solidario de mi tío con la prima, con un mero acto de intercambio de fluidos hormonales. Es decir, esos actos heroicos, desinteresados, sublimes y hasta sacrificados de nosotros los hombres, nunca logran complacer a nuestras congéneres, que siempre andan pregonando que el bien ajeno, es parte de la santificación.


Pero bien, estaba una tarde en la empresa y se acercó a mí una hermosa paraguaya, de esas que son mezcla de brasileñas, con holandesas y además tienen sangre latina. Rubia, alta, y con medidas exactas para despertar en uno, el ansia, la necesidad, la imperiosa voluntad férrea de expandir el territorio nacional a través de la producción masiva de salvadoreñitos, digo, pues es nuestro principal productos de exportación; entonces por qué no comenzar a producirlo en el extranjero. Esa paraguayita, vaya que era una invitación divina, a la reproducción patriótica, del orgullo nacional salvadoreño, por el salvadoreño, para los salvadoreños, hay que hacer patria.

Como buen salvadoreño, y como buen tímido que soy, comencé a pensar en que decirle, algo que no sonará como un anuncio de Arena(el partido político en el guebierno) en época de elecciones, pero tampoco que fuera como aquellos programas de la televisión educativa, que ni los productores de los mismos veían. Entonces vengo, y le digo, que linda tu cachucha, de hecho era una hermosa cachucha que resaltaba su cabello rubio y su cola de caballo que salía por detrás de ese normal aditamento para no quemarse la cabeza. Póngale pluma, en Paraguay hace 47 grados centígrados a la sombra.

Esa rubia paraguaya, con ojos de cielo, digo por lo azul de sus ojos, me miró con una de esas miradas que solo puede hacer Tony Sacapuntas cuando ve las encuestas de preferencia electoral, y no de awebado, tampoco de achicado, ni de apenado, ni de decepcionado, pero si de encachimbado, enojado, y emp..., empecinado a seguir oprimiendo las naranjas, para exprimir el jugo de lo poco que queda de la dignidad nacional.

Yo en ese momento me quede, híjole, y yo que hice, yo que dije, yo que vi, yo, yo, yo, yo de plano que no sabía que hacer. En que había metido la pata, las patas, y hasta la rodilla, aunque mi mujer pensará que quería meter otra cosa.

Veo que la espectacular rubia de 1.75 metros de estatura, da la vuelta, gira tan bruscamente que me di cuenta que de plano, dije una barrabasada, algo así como que Toby el Pastor, no el del Tabernáculo, otro pastor de otro tabernáculo, apoya descaradamente al gobierno, y no por fe, exactamente; y se le ha olvidado que si bien como cualquier otro pastor, incluyendo al Toby del Tabernáculo, sacerdote, ministro religioso, monja, cura, etc., puede apoyar y tener sus preferencias políticas, pero antes de estas esta su compromiso, ante el mero jefe, es decir ante Dios. Considero que cualquier religioso tiene ese derecho, pero también considero, que ese religioso debe saber y valorar que está apoyando o a quien, pues si su apoyado, no está realmente trabajando por el pueblo de Dios, debería revisar seriamente su compromiso principal, con el pueblo de Dios, y tirar la camiseta que más le estorbe, en fin yo no creo en el pecado, ni en las ofensas a Dios, y quiero disculparme con aquellos que crean diferente.


Pero la onda no es hablar de Toby, ni de Sacapuntitas de enojo, ni menos de compromisos, la ondas es hablar de esa rubia que me recordó a Eva en el paraíso, y no por que no trajera ropa, sino porque Adán se ha de ver sentido así de contento, como yo, cuando la vio la primera vez. Y de mi metidota de pata.


Veo esa cabellera moverse, despacio, como péndulo que marcaba el aire, con un sonido especial, un sonido a bye bye, y esas curvas Dios mío, esas curvas que me hacían pensar en la carretera al Puerto de La Libertad, por peligrosas, por mortales, por producir adrenalina aunque sea en una bicicleta de panadero.

Esa cabellera rubia, con cola de caballo que acentuaba la curva de la muerte....

Inmediatamente salgo para donde un paraguayo, un cherazo, y le digo, hey chero, que fíjate que le dije a la fulanita, que que linda su cachucha. Y viene este y medio muerto de la risa, por no decir otra cosa me dice, que le dijiste queeeeeee?....


En ese momento se me Salió una gesticulación parecida a la que se hace después de un trago de vinagre,, y pensé que en la época de Stroessner me hubieran fusilado, pero me dice, hey dime Chera´a. A la gran puerca dije, este me salió joto, como dicen mis amigos mexicanos, o sea del otro lado, del bando contrario.
Y valga la aclaración que no tengo nada contra los jotos, respeto sus preferencias, y es más hasta admiro su valentía de aceptarse a sí mismos, a pesar de la sociedad, de la religión, de la ley, y hasta de nosotros que criticamos a aquellos que tienen algo diferente a nosotros.

Bueno, em, em, el chero, este se río, y me dice, es que mira, Chera´a significa amigo en guaraní, y como ya dije estos paraguayos hablan yopará. Que lindo ese pueblo paraguayo que logro que su idioma, el guaraní se hable por blancos y mestizos, que hermoso el guaraní.

Hoy me pregunto ¿Qué lograremos rescatar los salvadoreños?

Con sinceridad pido que aunque sea las pupusas, maitro
, aunque sea esas logremos rescatar de nuestra identidad cultural, y vaya que signifique eso, pero se oye bonito, si bonito pensar que nuestras raíces, esas que no sirvan para separarnos de otros pueblos, pero si para enorgullecernos de lo lindas que eran.
Que le dijiste que que linda cachucha tiene, y le digo si, y que tiene de malo eso mano, y se suelta en una de esas carcajadas que poco a poco fui entendiendo como la gracia de vivir fuera de nuestra tierra, esa que me dice que el español es uno, pero la América Latina es grande, es variada, que somos muchos pueblos separados por fronteras, y unidos no por el idioma, sino por el corazón.
Cachucha o chucha o cualquier cosa que suene parecida, es ese hermoso tesoro que las chicas tienen, ese tesoro inmenso que buscamos los hombres, y rara vez de verdad apreciamos. Es decir parte de la anatomía femenina que en nuestra tierra tiene nombre de comida típica, esa que quiero que se salve, de comida mexicana, o de esas de güisquil, de insecto rastrero, la que tiene sinónimo de mono.

Esa que cuando se entrega no hace indigna a la mujer, sino por el contrario dignifica su alma, pues se entrega por amor. Esa que no es la dignidad, esa que tampoco es la virtud, ni la castidad. Sino una expresión de amor.
Y dirán algunos, pero y las que cobran; esas entregan, desde mi punto de vista, también amor, amor a la vida, a los sueños, a no dejarse vencer, a entregar lo más sagrado para lograr al menos el pan de los suyos, al menos sentirse con la ilusión de alcanzar lo que la economía les niega.

Esa es la vagina.

Y ojalá un día les pueda contar, que en los Food Court, patios de comida o como les quieran llamar, la comida no se paga por su origen es decir la carne no es más cara que el arroz, ni que la ensalada.
De plano, allá en Paraguay la comida en esos lugares se paga, por peso, en libras o kilos como quieran, independientemente de si es carne o frijoles.
Y donde las chicharras botaron un mito sagrado que había en mi corazón guanaco.

0 comentarios :